Valve nos sorprendió el año pasado con dos medidas radicales para su MOBA, Dota 2. Por un lado, la decisión de quitar el Battle Pass como vía de financiación para The International. Aquí aplaudimos la medida porque mejor o pero, algo había que hacer. Dota 2y The International no podían vivir exclusivamente de ser el torneo con mayor Prize Poll y tanto el juego como la competición estrella estaban dando síntomas de flaqueza, por lo que algo había que hacer.

La noticia vino acompañada posteriormente del anuncio de la eliminación del Dota Pro Circuit. Y aplaudimos la medida por lo mismo: si ves que un sistema no funciona, cámbialo.

Pero lo que parecían noticias esperanzadoras y un atisbo de que Valve iba a coger las riendas de las escena competitiva de su título, de momento, se ha quedado en nada. Y el quedarse en nada durante demasiado tiempo no es bueno y está empezando a tener consecuencias.

La falta de un Dota Pro Circuit o algo que le sustituya, está provocando malestar en las organizaciones que apuesta por el título. Y la primera que no ha aguantado más ha sido Tundra Esports que, de golpe y porrazo, se carga todo su equipo de Dota 2 tan solo tres semanas después de haberlos fichado. El movimiento sorpresa se produce después de que el equipo no lograra una buena actuación en ESL One Kuala Lumpur.

Tundra anunció la disolución efectiva el 2 de diciembre de 2023 a través de los canales oficiales de redes sociales. El breve comunicado agradecía a los jugadores su tiempo en el equipo antes de desearles suerte en proyectos futuros.

El equipo original de Tundra para The International 2023 se disolvió tras de terminar en el puesto 16, sin poder defender su Aegis. Y es que aunque se puede aducir que el motivo son los malos resultados, lo cierto es que una falta de visibilidad por parte del publisher sobre la escena competitiva de su título hace que muchas organizaciones se cuestiones primero si competir, y segundo cuánto invertir en un roster sin saber qué modelo de negocio van a tener delante.