La comunidad de jugadores de Riot Games ha expresado su descontento tras el reciente anuncio de la compañía sobre el incremento de precios en los Riot Points (RP), la moneda virtual utilizada para adquirir contenido en juegos como League of Legends y Teamfight Tactics. El ajuste afectará a diversas regiones, incluyendo Europa y Latinoamérica, y entrará en vigor a partir del próximo 18 de septiembre.

Según el comunicado oficial, Riot Games justifica el aumento debido a factores económicos globales, como la inflación y las fluctuaciones en las tasas de cambio. Por ejemplo, en Europa, el paquete de 1380 RP que antes costaba 10 euros pasará a costar 11 euros, mientras que el paquete de 2800 RP aumentará de 20 euros a 22 euros. En Estados Unidos, el paquete de 2600 RP subirá de $20 a $21.99. En Latinoamérica, países como México y Chile también verán incrementos proporcionales en los precios de los RP. En algunos países, el incremento de precio llega a más del 60%.

Los jugadores han recurrido a las redes sociales para manifestar su frustración y preocupación. Muchos consideran que el aumento es excesivo y temen que afecte negativamente su capacidad para adquirir skins y otros contenidos dentro del juego. Algunos miembros de la comunidad argumentan que, en lugar de subir los precios, Riot Games debería buscar alternativas que no perjudiquen a su base de usuarios leales.

Esta no es la primera vez que Riot Games ajusta los precios de su moneda virtual. Sin embargo, la comunidad señala que el momento es inapropiado, dado el contexto económico global y las dificultades financieras que enfrentan muchas personas. Además, hay preocupaciones de que este incremento pueda generar una disminución en la participación y el interés por los títulos de la compañía.

Riot Games ha respondido a las críticas afirmando que el ajuste es necesario para mantener la calidad del servicio y continuar desarrollando contenido nuevo y emocionante para los jugadores. La empresa asegura que entiende las preocupaciones de la comunidad y que seguirá monitorizando las condiciones económicas para hacer ajustes futuros si es necesario.

Mientras tanto, los jugadores evalúan el impacto que este aumento tendrá en su experiencia de juego y en su disposición a invertir en contenidos adicionales. La situación plantea interrogantes sobre cómo las compañías de videojuegos pueden equilibrar sus necesidades económicas con las expectativas y posibilidades financieras de sus usuarios.